viernes, 15 de junio de 2012

¿Quién soy?

Qué barbaridad de tiempo sin escribir, ¿no?
Vuelvo a Blogger y está todo cambiado.. no entiendo nada. Desde luego, un reflejo de mi: Yo también estoy cambiada.

Llevo toda la vida creyendo que sé perfectamente quien soy, y de repente, fum. Humo. Preguntas y ninguna respuesta. ¿Quién soy? Y lo más difícil: ¿Quién quiero ser?

Desde que tengo nueve años sé que quiero ser astronauta. Astronauta.
Suena bien, ¿eh? Suena grande, una palabra muy grande para una niña de sólo nueve años, y de diecisiete, también.

Pero, ¿eso es lo que quiero ser? Una mujer que ahora no viene a cuento, alguien, me inculcó desde muy pequeña que eso de ser una profesión era algo absurdo. Yo no seré nunca astronauta, ni peluquera, ni física, ni médica. Dedicarse a algo, trabajar como, no es ser. Ser es algo más profundo. Ser agrupa a toda una vida. Ser, eres tú. Y por algo es el primer verbo que se aprende en cualquier idioma.

Basándome en esto, que obviando a quién me lo inculcó, es una buena enseñanza, yo fui, soy y seré Violeta. Y eso nunca cambiara. Aunque me cambiara el nombre y rapara la cabeza. En la vida, solo naces y mueres una vez, y por suerte o por desgracia, ambos tragos los pasas solo. Solo, contigo mismo. Y siendo quién eres. Siendo sólo, quien eres, y esto nunca cambia.

Por eso es importante saber quién eres, ¿no? Si voy a pasar toda la vida siendo alguien, por lo menos debería conocer bien a ese alguien. Creo que es lo mínimo a lo que puedo aspirar en la vida. A conocerme a mi misma, a conocer a Violeta.

Entonces surge la duda: ¿Quién es Violeta? ¿Quién es esa chica a la que veo en el espejo? ¿Qué le gusta? ¿Qué quiere de la vida? ¿Qué la hace llorar y qué la hace ser feliz?, las dudas. Surgen un millón de dudas que soy incapaz de teclear, pero también de pensar, de saber, de obtener de mi cerebro todavía joven.

Una vez escribí un poema junto a toda mi clase. Fue una iniciativa de la profesora de Lengua. Una de esas profesoras que terminó poniéndome un diez en la evaluación a pesar de que la sintaxis nunca ha sido mi fuerte. Una de esas profesoras que me dejaba sentarme delante de un folio en blanco y llenarlo de palabras, y que luego leía una tras otra y sonreía.
A final de curso, cuando ya quedan pocos ánimos y piensas más en la piscina que en los poetas, empezamos con la literatura. No es que estudiarme la vida y obras de decenas de poetas españoles y europeos me apasione, pero a pesar de ser de ciencias siempre me ha gustado escribir, la poesía, y por lo tanto, la literatura. Así que recibí con agrado la propuesta de convertir el Autorretrato de A.Machado en un autorretrato mío, y que luego, algunas de mis palabras, pasaran a formar parte de un autorretrato de 4º A, que era mi clase por aquel entonces. Al final, la loca iniciativa de mi profesora de Lengua se convirtió en un poema que hace poco fui, junto con otros compañeros, a presentar a una muestra de poesía de mi ciudad. Pero que un poeta español de poco renombre dijera que la poesía era muy interesante no es el tema de esto, otro día os lo cuento. Esto de las poesías viene, a que la tarde después de recibir la propuesta de mi profesora, yo me senté en mi por entonces mesa de pino, con una copia del Autorretrato original y varios folios en blanco, porque siempre he sido muy de hacer tachones y terminar descartando folios, a escribir lo que se suponía que tenía que escribir. Y vaya si escribí. Y a cuento de mi shakespeariana pregunta vienen estos versos: "¿Me convertí en quién nunca quise ser, o soy la mayor de mis utopías? Cada signo de interrogación me aturde." Y es que parece que desde siempre me ha preocupado eso de no ser quien quiero ser.

Una vez, a cuento también de estos versos que escribí para aquel poema, que podéis leer aquí, mi madre me respondió a la pregunta. Su respuesta fue algo así como: "Estoy segura de que ahora, justo ahora, eres exactamente quien siempre has querido ser". Menuda suerte la mía, ¿no? Supongo que lo sería. Lo sería si yo tuviera la más remota idea de quién soy o de quién quería ser.
Nunca he escrito un diario, no sirvo para eso. Ni siquiera se me da bien contarle a la gente que tengo cerca las cosas que me preocupan, que va. Y eso, unido a que tengo una memoria pésima, lleva siempre a casos como estos, en los que no sé que quiero hoy, pero tampoco lo que quería ayer.

Dejándome de divagaciones y volviendo al tema, parece que una cosa tengo clara, tengo que responder, lo antes posible, a dos preguntas que son clave en la vida de cualquiera:

¿Quién soy?

¿Quién quiero ser?

Lo bueno de todo esto, si es que se puede decir que estar perdido en la vida con diecisiete años sin cumplir es algo malo, es que tengo toda la vida para averiguarlo. Quizá toda la vida no, porque si en mi lecho de muerte descubro que no fui quien quería haber sido, puede que en realidad las cosas no hayan ido del todo bien. Pero no tengo prisa. Tengo claro quién seré mañana, y pasado puede que también, y con eso, y por ahora, basta.


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