martes, 30 de agosto de 2011

sábado, 20 de agosto de 2011

Soy la membrana permeable.

Esto es lo que él aún no sabe. Yo... desaparezco en la persona a la que amo. Soy la membrana permeable. Si te quiero te lo doy todo: mi dinero, mi tiempo, mi cuerpo, mi perro, el dinero de mi perro. Me haré cargo de tus deudas y proyectaré en ti toda clase de fantásticas cualidades que tu jamás has cultivado. Te daré todo eso y más hasta acabar tan agotada y consumida que la única forma de recuperarme sea encapricharme de otro.

- Come, reza, ama.

viernes, 19 de agosto de 2011

Odio. Amo.

Odio el amor calculado, los te quieros a todas horas y los largos textos en los que sólo se lee amor infantil. Odio que la gente haga como si hubiera encontrado al amor de su vida cuando saben que eso es algo inimaginable. Odio que se crean las mentiras y sonrían cuando se las cuentan, que vivan a expensas del miedo a lo desconocido y que caminen mirando al suelo y no al paisaje. Odio que suenen varias canciones a la vez, que me intenten convencer de lo inexplicable y que me expliquen una y otra vez las cosas que ya sé. Odio que me digan varias veces seguidas lo que tengo que hacer, aunque lo que realmente odio es que me digan que tengo que hacer. Odio que no me dejen decidir por mi, que no me den lo que es mio, que me quiten privilegios que me he ganado a pulso y se los regalen a otros que ni siquiera saben que significan. Odio que lo justo sea lo difícil y callarse lo sencillo. Que me mientan, que me asusten sin sentido. Que me dejen tirada en medio de un lugar que no conozco a las tantas de la mañana. Odio los secretos en reunión, las charlas con voz bajita a un palmo de mi oreja. Odio no saber que pasa y que nadie me lo explique. Que se metan con cualquier cosa que considere mía. Odio ahogarme de calor y morirme de frío. No poder moverme porque tengo muchas cosas encima. Que suenen canciones de fiesta cuando tengo malos recuerdos de alguna. Y no poder olvidar cualquier tontería que se me meta en la cabeza. Odio recordar a los que no lo merecen y olvidar a los que sí. Que me gusten los imbéciles y reniegue de cualquiera que sepa escribir una frase sin faltas de ortografía. Quedarme prendada de cualquiera que me diga una frase bonita en medio de una borrachera y no ser capaz de aceptar una ramo de flores del más caballero de la ciudad. Odio que me culpen de lo que no tengo culpa y odio culparme de cosas que no están en mi mano. Odio no saber decir las cosas importantes a la cara, no ser capaz de gritarle a quien lo merece y gritar a quien no. Odio bajar el volumen de la música, que me hablen mientras desaparezco de este planeta gracias a ella. Odio volver de unas vacaciones junto al mar, que me duela la cabeza de tanto llorar y no poder llorar cuando las circunstancias lo merecen. Odio la hipocresía, que importe lo que la gente piense, y no poder salir a la calle descalza. Pero, sobretodo, odio odiar.

Recuerdos de nombres imborrables.

Hay nombres que perduran para siempre en la memoria. Hay caras, risas, momentos, que por mucho tiempo que pase, nunca olvidas. Hay gente de la que se te queda una espina en el corazón, a la que te faltan cosas por decirle, hay gente con quien te hubiera gustado vivir más, y simplemente no fue. Hay gente a la que no volverás a ver, nombres que no volverás a pronunciar, y lágrimas que ya no derramarás, porque todo tiene su tiempo de cicatrización, de olvido, de pausa. Hay muchas cosas que hemos guardado en la cabeza durante demasiado tiempo, pero que poco a poco dejan lugar a otras experiencias, a otros motivos, a otras personas.

Hay gente a la que yo no olvidaré, que siempre quedará en el tintero. Hay gente a la que le hubiera pedido una vida...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Bienvenido al hoy, al no recuerdo del ayer.

Al diablo con las cadenas y a la lucha por los sueños.
Que por mucho dolor que hayan causado, por muchas heridas que dejen, por muchas cicatrices que perduren, las cadenas ya no están, ya son sólo humo. Y lo que se abre frente a ti es maravilloso, lo que se abre frente a ti, lo que luce frente a tus ojos es la libertad, es la huida de la condena, es la alegría de no tener miedo, lo que aparece frente a ti, eres tu. Tu como todo, tu como individuo, tu, capaz de ser tu.

lunes, 15 de agosto de 2011

Déjame volver, allí donde termina el mar y comienza tu boca.

No puedo soportarlo. Hay demasiados recuerdos que invaden mi cabeza. Hay demasiadas frases, demasiadas imágenes, hay demasiadas ideas y demasiadas esperanzas. La razón no me responde y el corazón bombea tan fuerte que me hace daño. Me estoy quedando sin leyes y sin respuestas. Me sobran todas las palabras y toda la lógica del mundo, porque tengo muy claro lo que quiero. Volver yo, y que vuelvas tu.

Estúpida, idiota

Prometerte no arrepentirte de nada es una mierda. Joder si es una mierda... Al final, al final terminas arrepintiéndote. Al final terminas dándote cuenta de lo estúpida que fuiste, de que hay cosas que solo pasan una vez en la vida. Y te arrepientes. Joder si te arrepientes. Y ni siquiera sabes porque lo hiciste, y darías cualquier cosa por volver atrás, por volver a cualquier atrás. Por volver a hace una semana o a hace cuatro días, pero volver. Volver y hacer lo que deseas. Y no dejar escapar la oportunidad. Volver y escribir las letras correspondientes en tu lista. Y tener ese recuerdo para siempre, imborrable. Recordar aquello con la sonrisa que se merece y, no, joder, nunca, con las lágrimas que hoy derramas.

jueves, 4 de agosto de 2011

Manchas.

¿Sabes? A mi siempre me han gustado las manchas. Me gusta la gente con manchas, quiero decir, pero no por ser gente, sino por tener manchas. Siempre me han parecido atractivas. Si tienes manchitas en la cara, ñam, me encantas. Tampoco seamos exagerados, hay manchas que no son bonitas. Pero hay otras.. hay otras que son geniales. Esas que son un poco más claras que el resto de la piel de alrededor, no muy muy claras, pero si algo más que el resto de tu piel, esas me encantan, me apasionan, podría decir incluso, que me ponen. Hubo un tipo con manchas en mi vida, y aunque hace años que no lo veo, sigo acordándome de él, de lo genial de sus manchas, de lo diferente de su cara, de cuanto me gustaba. En fin, siempre me han gustado las manchas. Recuerdo que alguna vez hasta desee tenerlas. Desee ser igual de guay, igual de diferente que aquel muchacho al que todavía recuerdo. Y los deseos, a veces y sólo a veces, se cumplen. Ahora tengo yo esas manchas y no soy capaz de alegrarme, no me gustan. ¿Por qué? ¿Por qué no soy capaz de disfrutar con lo que un día yo desee?