jueves, 16 de junio de 2011

Desaparece.

- No me parece bien ¿sabes? Que me juzgues por esto. No lo veo lógico.
- Pero es que...
- Joder, pero es que nada. Es que yo no soy la que decide, es que yo que sé... no funciona así, no es tan fácil como crees. Y no, no me mires con esa cara. Deberías saberlo. ¿A ti nunca te ha pasado?
- Pse.
- ¿Pues entonces? A mi me pasa igual. Entiéndelo ¿no?
- Es que no puede ser, no puede ser.
- Pero a ver, que esto no lo tienes que permitir, no tienes que dar tu opinión, ni siquiera hace falta que lo aceptes. Es lo que es, te guste o no.
- Ves... ya estas otra vez. Eres una cabezota, eso es lo que pasa. En realidad, eso es lo único que pasa. Las cosas son como son y punto, porque tu lo dices, y yo lo tengo que acatar.
- Pero ¿qué dices? ¿qué dices de acatar y de que yo digo qué? ¿estás loco o que te pasa?
- Y cuando no lo acato me llamas loco. Típico.
- Es que no me parece normal joder. ¿Cómo coño te vas a enfadar por eso? ¿Cómo me vas a juzgar por algo que no es decisión mía? A mi tampoco me hace ni puta gracia ¿sabes? Yo preferiría estar tomando el sol tirada en el césped de la piscina de cualquier tío que pasara por delante de mis narices, y punto. Y estoy aquí, como una idiota.
- Estas aquí por que quieres.
- Joder, joder. ¿Entiendes el español o qué? Te he dicho ya mil veces que esto no se trata de lo que yo quiera ni de lo que tu quieras. Que esto es así y punto. Y que no hay más que hablar.
- Y, entonces... ¿qué hacemos aquí hablando?
- Pues, sinceramente, no lo sé. No sé porque soy tan sumamente idiota de venir aquí a explicarte las cosas y a esperar que las entiendas, porque joder, si nunca las has entendido, tampoco las vas a entender ahora.
- Tía pues te olvidas y punto.
- Me voy. Me voy de aquí. Cuando dejes de juzgarme por ser tan idiota de enamorarme de ti... no me llames. No quiero volver a saber nada de ti, ¿me oyes? Nada. Desaparece joder, desaparece.

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